Un lugar feliz

 Desde niña he creído que hay lugares que nos hacen ser quien somos. Hoy he vuelto ahí en sueños, incluso he creído sentir la arena de la playa bajo mis pies. Sentí que volvía a estar tumbada boca arriba mirando la lluvia de estrellas como aquella vez cuando tenia 10 años.

 

Finisterre es esa clase de sitio que se te queda grabado en la memoria. Suelo pensar a menudo sobre él, sobre las puestas de sol, o sobre un viaje en barco que hice ahí una vez. Me recuerda a mi infancia, siento que durante esos años todo se veía más bonito.

 

Me encantaba escuchar esas historias que contaban los pescadores sobre los barcos que naufragaban en la Costa Da Morte, en mi cabeza imaginaba que eran barcos pirata cuyos tesoros quedaban enterrados en el fondo del mar. 

 

Todos eso viajes recorriendo la costa con esas canciones tan anticuadas que gustaban a mis padres, y el olor a verano que me hacía sentir que esos momentos eran para siempre. Y en cierta manera lo son, eternos, al igual que ese sitio, al que vuelvo cada vez que quiero volver a mi niñez. 

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