El principio de una historia

Bastará decir que soy Alicia García, la mujer que mató a Pablo Soto.
Todo empezó un 29 de septiembre. Yo caminaba elegante por el centro de Barcelona, con la mirada alta y observándole tal y como llevaba semanas haciendo. Pablo llegaba puntual a la cafetería a la que iba todas las mañanas antes de trabajar. Pedía un café cortado, y en seguida procedía a leer el periódico, ausente del mundo que le rodeaba. 

Pasaron 12 minutos hasta que se levantó, y me dispuse a poner en marcha mi plan. Comencé a correr en su dirección detrás de él, y cuando le tenía en frente, toqué delicadamente su hombro y dije:
-¡Alejandro!
Él se giró desconcertado, y yo le devolví una enorme sonrisa mientras le pedía perdón por haberme equivocado de persona. A lo que él contestó dándome su numero de teléfono.

Poco a poco iba haciendo que se enamorase de mi. Le hice creer que teníamos los mismos intereses, que podíamos tener la vida perfecta, y que yo era el amor de su vida. Y así, en apenas tres meses, ya me había pedido matrimonio. Todo iba sobre ruedas.

Celebramos una boda muy íntima, a la que acudieron sus familiares más cercanos. En mi caso, me aseguré de contratar a la familia perfecta para mí. Pablo no sospechaba nada, ni siquiera cuando comencé a comprar toda clase de lujos con su dinero. Él era un gran empresario, pero eso yo ya lo sabía, pues había estado investigándole durante casi seis meses antes de acercarme a él. Sin embargo, los días a su lado se me hacían tediosos. No le soportaba, pero poco importaba pues pronto hice llevar a cabo la última parte de mi plan.

La tarde de nuestro primer aniversario lo  tenía todo planeado. Preparé una cena exquisita, la comida favorita de mi marido. El veneno que había comprado esa misma mañana lo coloque en su copa de vino. Así durante la cena, asesiné a Pablo ante mis ojos, viendo como todo lo suyo, se convertía en mío.




Comentarios