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Mostrando entradas de octubre, 2020

El principio de una historia

Bastará decir que soy Alicia García, la mujer que mató a Pablo Soto. Todo empezó un 29 de septiembre. Yo caminaba elegante por el centro de Barcelona, con la mirada alta y observándole tal y como llevaba semanas haciendo. Pablo llegaba puntual a la cafetería a la que iba todas las mañanas antes de trabajar. Pedía un café cortado, y en seguida procedía a leer el periódico, ausente del mundo que le rodeaba.  Pasaron 12 minutos hasta que se levantó, y me dispuse a poner en marcha mi plan. Comencé a correr en su dirección detrás de él, y cuando le tenía en frente, toqué delicadamente su hombro y dije: -¡Alejandro! Él se giró desconcertado, y yo le devolví una enorme sonrisa mientras le pedía perdón por haberme equivocado de persona. A lo que él contestó dándome su numero de teléfono. Poco a poco iba haciendo que se enamorase de mi. Le hice creer que teníamos los mismos intereses, que podíamos tener la vida perfecta, y que yo era el amor de su vida. Y así, en apenas tres meses, ya me ha...

Mi vocación

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Desde niños siempre nos han hecho la pregunta, esa que variaba cada vez que crecíamos más y más: ¿Qué quieres ser de mayor? A lo que nosotros contestábamos cosas como: bombero, futbolista o actriz, profesiones que con el paso de los años pasaban a ser consideradas inalcanzables para la mayoría. Sin embargo, la cosa cambiaba cuando cuando se acercaba el final del instituto, y te encontrabas preguntándote a ti mismo ese mismo interrogante: ¿Qué quiero ser de mayor? En mi caso, esa respuesta fue difícil de encontrar. Me sentía abrumada ante tal abanico de posibilidades. Desde una temprana edad supe que las ciencias no eran lo mío, y que por otro lado las letras me gustaban.  Más adelante me di cuenta de cómo me apasionaba la fotografía, el mundo audiovisual, la televisión, la moda o el arte, y supe que quería hacer algo relacionado con todo ello. Quería tener un trabajo que implicara creatividad, y con ello la necesidad de estar constantemente renovándome.  Y así fue como decidí ...

EL TRASTORNO DEL HOMBRE QUE TENÍA MIEDO A SU SOMBRA

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A las tres de la tarde del lunes me disponía a salir del trabajo bajo el sol abrasador del mediodía, característico de esta época del año. Salí como siempre con la cabeza alta sin apartar la mirada y mirando a un punto fijo.  Demasiado erguido, notaba como la gente que me cruzaba por la calle me miraba, pues mi cara reflejaba pavor y preocupación. De repente, mi teléfono móvil comenzó a sonar, sobresaltándome. Procedí a sacarlo de mi bolsillo, desviando ligeramente la vista hacia el suelo. Y allí estaba mi sombra.  Un sudor frío comenzó a brotarme por todo el cuerpo, y mi respiración se aceleró tanto que comencé a jadear. Sentía como el pánico se apoderaba de mí. El sentimiento de terror me recorría por todo el cuerpo, y mi móvil se precipitó hacia el suelo. Sin embargo, no fui capaz de recogerlo. La sombra, esa maldita sombra, se erguía imponente detrás de mí.  Comencé a correr, quería escaparme de ella, esconderme y que nunca más me volviera a encontrar. Pero ella seguí...